sábado, 18 de abril de 2020

Libertad

Creo, sinceramente, que no ha habido nunca ni una sola organización política o movimiento intelectual que no ha hecho bandera de la libertad. Por tanto la libertad es un bien al que se nos hace imposible renunciar en el discurso, pero sí han existido distintos conceptos de libertad generalmente enfrentando el término libertad al término seguridad. Yo  no creo que deban ser opuestos per se. De hecho son dos anhelos que están en lo más intrínseco de los seres humanos, todos sentimos la necesidad como individuos de tener cierta seguridad, al igual que todos sentimos la necesidad de sentirnos ciertamente libres. Por ende como sociedad también sentimos estas mismas pulsiones.

Lo que cambia de un ser humano a otro es el concepto de libertad y el de seguridad y las parcelas de sus vidas en las que creen que deben priorizar un concepto u otro o hasta que punto deben llegar. Por ello, la labor sustancial referida a este tema es delimitar este concepto “libertad” en la aplicación política que se pretende. Desde mi punto de vista la libertad absoluta no existe, es una ilusión, un horizonte, jamás se podrá llegar a este ideal. Además pretenderlo sólo nos puede generar dolor por lo inalcanzable del objetivo.

Los seres humanos no somos absolutamente libres, tenemos una serie de obligaciones biológicas, fisiológicas que nos encadenan por nuestra misma existencia. ¿Alguien es libre para decidir no comer nunca más en su vida? ¿O puede decidir ser libre y dejar de dormir o de beber? No, es imposible. Pero además tenemos una serie de obligaciones sociales con la familia, la pareja, la comunidad que nos impiden ser libres absolutamente ¿Es esto malo? En absoluto. Por último tenemos leyes, códigos civiles e incluso nuestra propia posición socioeconómica nos influye en nuestra libertad personal. Así pues no existe la libertad absoluta. Pero existe libertad dentro de estos condicionantes.

Por tanto todo movimiento político que pregone la libertad absoluta no hace otra cosa que engañar y crear falsas esperanzas en el pueblo. Sobra decir que para mí cualquier movimiento político o partido que alcance el poder en base a mentiras carece absolutamente de legitimidad, al poder se debe llegar en base a un programa claro y una vez en el poder el compromiso para con tus apoyos debe ser encontrar la forma más fiel de llevarlo a cabo. Ningún gobernante está por la gracia de Dios, ni en nombre del socialismo, comunismo, la nación etc. Los gobernantes legítimos están en el poder en base a los apoyos suficientes que el pueblo le ha otorgado a su programa político y por tanto la única obligación que tienen es cumplirlo. Quien llegue al poder mintiendo o prometiendo algo imposible de conseguir lo único responsable que puede hacer es marcharse y permitir el juicio público a su persona y actos.

Así que, descartado el concepto de libertad absoluta, sólo cabe encontrar en que lugares o secciones se puede aplicar libertad, y hasta que punto. Creo en que toda agrupación humana debe dotarse de unas normas básicas como es el caso de la Constitución de un país. Es más, soy partidario de mantener la Constitución Española de 1978 pues es fruto del compromiso democrático de fuerzas políticas de todas las posiciones y que generó un marco muy flexible donde caben diferentes interpretaciones políticas del contenido de sus artículos.
Además la CE de 1978 cumplió algo que rompe con la historia del constitucionalismo español. Históricamente el partido gobernante o la facción que generaba una Constitución lo hacía sólo pensando en ellos mismos, mientras que cuando el poder cambiaba de manos repudiaba dicha constitución por serle excluyente. Creo que la CE actual superó ese inconveniente y es lo suficientemente abierta para que nuestros postulados tengan cabida. Además la CE tiene mecanismos de reforma que permiten, con el consenso político y social suficiente emprender cambios en nuestro marco constitucional. 
Así que debemos asumir este marco como propio y trabajar con las posibilidades que nos permite, eso sí, siempre estando abierto a impulsar o participar de los cambios constitucionales que mejoren la vida de nuestro país.

Así pues, seré claro y sincero, la libertad individual estará siempre subordinada a la Constitución, el Código Civil y las leyes vigentes en el país.

Más allá del marco constitucional, creo que la defensa de la libertad individual en cuanto a aspectos de la vida social es una bandera que permanece imperturbable en los mejores movimientos de la historia de la humanidad. Siento un desprecio profundo por aquellas personas con ánimo mesiánico o colectivos que se creen con la suficiente autoridad como para intentar ordenar la vida de otras personas. Rechazo y los potulados políticos deben rechazar de pleno las imposiciones en el ámbito privado de las personas.
Nadie tiene la consideración especial que le hace saber lo que es bueno, deseable o apropiado en cuanto a las decisiones personales de cualquier ciudadano, siempre y cuando la libertad no exceda los límites que marca la ley como ya he subrayado.

Licurgo, el mítico legislador espartano, marcó el camino con una frase demoledora, cuando fue consultado sobre si iba a implantar la democracia en Esparta respondió; “Quien quiera Democracia que la imponga primero en su propia casa”. Esta es la definición máxima de libertad. Quien tenga pensamientos o ideologías referidas al concepto de familia, de sexualidad, de gustos artísticos, alimenticios, lúdicos, afectivos o de cualquier otro ámbito, que lo desarrollen en su propia persona y que sea su ejemplo el que invite a otras personas a su imitación.

No corresponde al Estado ni al Partido ordenar la vida privada de las personas sino mantener el indisoluble compromiso con la libertad individual dentro del marco de la ley. Debemos defender la libertad individual no sólo de nuestras filas, sino también cuando nos sea perjudicial o contraria a nuestros pensamientos. Existe una frase comúnmente atribuida a Voltaire que dice: “No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo”, este debe ser nuestro ideal sobre la libertad.

Por tratar de finalizar este artículo con un resumen simple: Debemos defender la libertad individual siempre que no entre en conflicto con la Ley o dañe al común de la sociedad, pese a que el uso de esa libertad nos pueda ser perjudicial o vaya en contra de nuestras convicciones.

En defensa de la familia

Este artículo está escrito para los pobres, aquellos que son más vulnerables y que más necesitan de la política para poder desarrollar una vida digna. Está escrito, así mismo, para los poderosos con conciencia nacional y social y, para aquellos periodistas y divulgadores que tengan una clara conciencia para con su pueblo. Pero especialmente está escrito para las capas más vulnerables de la sociedad, porque ellos son quienes más lo necesitan.

Los más vulnerables, los más económicamente débiles no pueden permitirse la ausencia de poderes públicos, como tampoco pueden permitirse la ausencia de lazos familiares. La familia y el Estado componen las dos redes mínimas que hacen que un ser humano no caiga directamente en el olvido y la marginalidad. Es por esto que mi defensa de la familia será tan radical o incluso mayor que mi defensa del Estado social. Y es por eso que el neoliberalismo atenta de manera tan decidida contra el Estado como contra la familia.

Sabemos que las sociedades con una raíz cultural católica han sido capaces de sobreponerse mejor a las crisis más duras del capitalismo que las sociedades protestantes, aquellas que priorizan el beneficio económico y la libertad absoluta del individuo por encima de la comunidad.
¿No es acaso la forma más básica de comunidad la familia? ¿No es el núcleo familiar el primer lugar de socialización de la persona? Por esto debemos defenderla.

La crisis financiera capitalista de 2008 pasó con una virulencia extrema sobre cada país destrozando vidas por doquier, pero no olvidemos nunca que la crisis de los poderosos, de los especuladores, de los ladrones de guante blanco se soportó y sufrió en las espaldas más humildes.
Y no olvidemos nunca como los mayores, nuestros abuelos, ayudaron y soportaron con su mísera pensión a familias enteras que se encaminaban hacia la marginalidad social y el precipicio. Fueron nuestros abuelos, fue nuestra familia, los lazos más íntimos y sanguíneos los que soportaron los terremotos del sistema y no dejaron caer este país.

Si en España no hubo más suicidios fue precisamente porque los lazos familiares eran más estrechos que en otros lugares del mundo. No lo olvidemos nunca.
Esos mismos abuelos que nos ayudaron en todo momento son los mismos a los que la sociedad incita abandonar en residencias y centros de mayores de la forma más inhumana escudándose en que son una carga. Ellos que siempre nos sostuvieron, incluso cuando el sistema nos dejó caer, incluso con una mísera pensión que no compensa el hecho de que este país se levantó de la más infame dictadura sobre sus curtidas espaldas.

Pero el sistema sigue haciendo su trabajo, si las pensiones de nuestros abuelos fueron la última tabla de salvación de los más necesitados pronto inventaron argumentarios destinados a rebajarlas o incluso, como dicen los más liberales a eliminarlas y sustituirlas por pensiones estrictamente privadas.
¿Qué abuelo podría costearse una pensión privada? ¿Qué hacemos con el resto? ¿Los dejamos caer en la indigencia, los lanzamos en manos de la caridad?
La caridad se ejerce de arriba a abajo, con desdén. Es la salvación moral de los ricos que, sin tener ninguna obligación, ceden unas migajas para que el pobre no muera de hambre y con eso asienta un poco más su estatus de privilegiado.

Nosotros no queremos limosnas porque como nos enseñaron los más dignos jornaleros andaluces: “En mi hambre mando yo”.
No, no queremos limosnas, queremos justicia. Nuestros mayores no merecen ser aparcados en residencias alejados de la familia que ellos mismos crearon. No, no y no. Nuestros mayores merecen una pensión digna, pública, garantizada porque sin ellos nosotros no estaríamos aquí y como dijo Pitágoras “una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida”, y yo digo que ¡Una vida repleta de dignidad, merece terminar con una ancianidad repleta de dignidad!

Zygmunt Bauman en su gran obra Tiempos líquidos, nos muestra como el mundo Occidental ha ido deshaciendo las estructuras sociales en un presente cada vez más individualizado e inseguro (líquido). Debemos comenzar a reconstruir esas estructuras, debemos construir comunidad porque la unión de los débiles es lo único que los hace fuertes frente a los poderosos y debemos comenzar por una defensa a ultranza de la familia.

Piensa por un momento ¿Qué eres sin tu documento de identidad que te acredita como ciudadano del Estado español y sin tu familia? ¿Puedes pagar una sanidad privada? ¿Educación privada? ¿Plan de pensiones privado? Aunque sólo sea por egoísmo tu supervivencia pasa por la defensa del Estado y la defensa de la familia.